La extraordinaria historia de un molinero del siglo XVI

Exordio

Lo llamaban Menocchio, de nombre Domenico Scandella, un molinero según la película “Menocchio”, que a su vez se basa en el libro del historiador Carlo Ginzburg: “El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI”. Vivió en la época feudal desde el año 1532, cuando nació. Mantuvo una serie de creencias acerca del universo y su origen. A pesar de no negar a Dios, afirmaba que este no había creado el universo y, por tanto, tampoco el pecado. Esto lo llevó a su muerte en 1599, por orden inquisitorial, a causa de sus creencias consideradas heréticas. La peculiaridad de sus actitudes y creencias llama la atención al analizar las evidencias que nos ayudan a comprender los métodos que usa el historiador y cómo esos métodos pueden comprometer la temporalidad misma en la que nos concebimos.

Menocchio

La existencia de Menocchio en la cultura subalterna es verdaderamente valiosa. Este hombre de reflexiones peculiares desafió a la religión católica apostólica debido a las sospechas que esta le generaba. La desconfianza, que creció poco a poco debido a la inconsistencia que percibió en el clero, lo llevó a declararse en contra de su credo. Menocchio argumentaba que la Iglesia había inventado los pecados y que había afirmado su dominación sobre las almas de los pueblos para explotarlas como meros productos. Además, entre lo que podemos apreciar en la película, vale la pena mencionar la respuesta de Menocchio cuando le preguntan de dónde provienen las ideas que él predica, a lo que responde: “de mi cabeza”. Claramente, Menocchio sentía lo que expresaba acerca de Dios: que este era el viento, la luz, la tierra, etcétera, todo. En cambio, creía que Jesucristo fue un hombre y que María, su madre, no era virgen. También acusó a la Iglesia de inventar el purgatorio y el paraíso. A pesar de lo que predica el clero, que vive en la fortuna y acumula riquezas a costa de las almas de los jornaleros, mujeres y jóvenes del pueblo, Menocchio pensaba que engañaban a la gente y les exigían trabajar de sol a sol para expiar sus pecados e ir al paraíso al morir. Sin embargo, para él, el verdadero paraíso era estar vivo.

Contexto (el tiempo escatológico)

La época en que transcurrió la vida de Menocchio se localiza en la temporalidad que justifica la cosmovisión del mundo cristiano, la de la Biblia. En su abjuración, Menocchio argumenta en su arrepentimiento y, a través de una serie de temas religiosos, logra salvar su vida. Sin embargo, su ruptura con el pensamiento no fue tal; Menocchio reivindicó sus creencias hasta el final de su vida. Su visión del mundo, más que la de un simple molinero, es la de alguien racional. Su rebeldía ante la subordinación de las personas a la Iglesia y su entendimiento del origen del universo como de un proceso que se remonta en el tiempo, presuponen que hay evidencia en la naturaleza de que, si es el caso y existiese un “Dios”, este no se ocupa de las cosas de los hombres. Además, uno y otro habrían tenido lugar en un instante en el tiempo, como el mundo mismo. Menocchio diría: “Igual el mundo se creó del caos, y del caos se formó una sustancia como un queso, y con el cuerpo muere el alma” (Menocchio, Alberto Fasulo con Marcelo Martini, 2008). 

Epílogo

El hecho de que Menocchio concibiera el tiempo de manera diferente, si no contraria a la Iglesia en su dimensión lineal u orden bíblico, parece ser lo más puramente racional para abordar la posibilidad de conocer o acceder a los hechos pasados. Además, Menocchio marcó un hecho notorio con tales creencias, que reflejan sin lugar a dudas la situación de la gente común en la antigua sociedad y su lugar en el antiguo régimen. Finalmente, Menocchio nunca dio referencia ni culpó a nadie de sus creencias, y lo que más dijo al respecto nos sirve hoy para dar sentido y valor al fluir del tiempo.

Menocchio (Film)
Menocchio (Film)

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